Cuando hablamos de #generacióndetalento, y en estas semanas lo hemos hecho junto a Freddy Vega, uno de los fundadores de Platzi o Daniel Suárez, CEO de Zapiens, todo nos lleva al mundo de las ideas geniales.
Sin duda las aptitudes y las habilidades, base fundamental del desarrollo personal, nos invitan a ahondar acerca de los aspectos intangibles que dan forma al trabajo. Hablar de softskills como creatividad, resiliencia, compromiso o flexibilidad, ya entra dentro de los parámetros que miden la base del éxito de un equipo.
Pero ¿qué ocurre con las ideas que no prosperan?
Nadie parece hablar de todas esas ideas que se generan a diario y nunca ven la luz. Sin embargo, el proceso que lleva a una persona a tener una idea es sorprendente.
La generación de ideas es una cualidad natural que poseemos los seres humanos, que surge del pensamiento creativo. En el mundo de la empresa, las basamos en el análisis y comprensión de una necesidad para poder plantear posibles soluciones que den respuestas efectivas para resolver un problema.
Las personas creativas generalmente tienden a concebir muchas nuevas ideas. La curiosidad y el aprendizaje continuo es parte fundamental de su proceso creativo. Steve Jobs decía que “la creatividad simplemente consistía en conectar cosas”.
Y eso conlleva tiempo y esfuerzo.
James Webb Young, en su libro: “A technique for producing ideas” donde pone al servicio del lector su experiencia para generar ideas emocionantes bajo demanda, en cualquier momento y sobre cualquier tema, propone 5 pasos que deben suceder para que “nazca” una idea:
- Recopilar material nuevo (relacionado con la tarea o información en general de un amplio espectro de temas).
- Darle vueltas al tema en tu cabeza. Hacer el esfuerzo de mirar la información desde diferentes puntos de vista, e intentar relacionar conceptos.
- Tomar distancia del problema o de la tarea para la cual se necesita la idea, y realizar alguna actividad placentera o energizante.
- La idea llega de repente una vez que se deja de pensar en ella.
- Lanzar la idea al mundo, escuchar las críticas y adaptarla como sea necesario.
Como podemos ver, entre las competencias que tienen las personas generadoras de ideas se encuentra: la curiosidad, el aprendizaje continuo, la habilidad de relacionar conceptos y proponer y concretar en algo útil que se pueda implementar.
Sobra decir que en los tiempos que corren, este tipo de competencias son fundamentales para que las empresas puedan seguir siendo relevantes por mucho tiempo.
Las empresas ya no se pueden permitir el lujo de hacer las cosas como siempre se han hecho solo porque hasta ahora esta estrategia ha funcionado.
Es imperativo que tengan personas con las competencias necesarias y la capacidad de cuestionar el statu quo, proponer nuevas ideas e implementar mejoras dentro del negocio.
Pero ¿qué pasa cuando las personas proponen ideas y es imposible implementarlas?
Una de las cosas que ocurren cuando se tienen ideas innovadoras en un entorno corporativo es que la mayoría de ellas no se podrán poner en práctica. Es una realidad. Una realidad dolorosa, a la que debemos enfrentarnos todos de una u otra forma a lo largo de nuestra carrera. Y para ser honestos, en muchas más ocasiones de las que vamos a querer.
Si la persona o el equipo creativo están especialmente comprometidos con su idea, o la tiene muy cerca de su corazón, la no implementación de esta puede causar auténtica frustración. Otras emociones pueden surgir, como la tristeza o el enfado. Algo muy parecido a los sentimientos que se tienen cuando tenemos una pérdida.
¿Qué hacer entonces?
Tal vez suena exagerado llamarlo duelo cuando hablamos de ideas, pero es lo que más que se le acerca.
Honremos a las ideas post-mortem
La metodología de project management tiene una fase al final de cada proyecto llamado post-mortem. Es importante que esta ceremonia post-mortem suceda poco tiempo después de terminar el proyecto para poder hacer un balance adecuado de lo bueno que sucedió, e identificar lo que se podría mejorar. En esta sesión se celebran los éxitos, y aún más valioso e importante: se reconocen los “fracasos como aprendizajes” para hacerlo mejor la siguiente vez.
En el caso de las ideas, cuando no han llegado a ser proyecto en sí, podríamos inspirarnos en esta fase de la gestión de proyectos y llevarla un paso más allá. ¿Por qué no hacer un “funeral” para las ideas no implementadas? Esto nos permitirá seguir adelante honrando el trabajo hecho y reconociendo partes de la idea que se pueden salvar, o que pueden ser útiles para un futuro.
En este funeral, las personas que han trabajado en el proyecto se tomarían un tiempo para “llorar por las ideas”, encomiarlas y seguir adelante.
Estudios recientes indican que cuando la gente encuentra sentido en sus trabajos, son 4.5 veces más comprometidos y tienen un 69% menos de probabilidad de dejar la empresa. Otro estudio realizado por Adam Grant, descubrió que cuando las personas descubren el impacto de su trabajo su productividad aumentó un 142% y los ingresos de la empresa en 172%.
El punto central de la propuesta no es que realizar el duelo que merecen las ideas se vea como un rito de cierre, si no como uno de apertura. Una vez celebrado este “rito”, este funeral de despedida que termina en aceptación, podemos volver a comenzar con ideas nuevas. Pero esta vez desde un lugar con mayor experiencia y nuevos aprendizajes que nos servirán a futuro.
David Kessler, el mayor experto mundial en duelo, fue el que dijo: «No quería detenerme en la aceptación cuando experimenté un duelo personal. Quería encontrar un sentido en esas horas más oscuras.”
A través del funeral de las ideas, incluyendo el sentido y permitiendo poner las emociones sobre la mesa, podemos asegurar mayor compromiso real de nuestros empleados y al mismo tiempo mejorar los objetivos del negocio.
Y como hablamos de #economíahumanista y dentro del Foro Géiser las personas son el centro, ¿qué mejor manera de desarrollar su talento que poniendo foco en sus auténticas emociones, sean las que sean?
Cuando hay muerte de las ideas, proponemos duelo y funeral para que descansemos en paz.
Pensemos en ello.
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